SIGNOS DEL ZODÍACO

por Daniel Salzano

Aries: El primer signo, pero no el mejor; el más poderoso, pero no el más fuerte; el más rápido, pero no el más veloz. “Dejame a mí”, te dicen, yo lo arreglo. Eso sí, no se te vaya a ocurrir pedirle que te arreglen los papeles de la jubilación, porque terminarás cobrando la pensión equivocada de una viuda. Aries es el signo del Correcaminos. Bi bip . Con las chicas andan bien, sobre todo en los primeros rounds . Son generosos y encaradores. Mucho bombón y orquídeas de La Japonesita. Pero, después, cuando ya tienen tallada la conquista en la culata de la pistola, se agrandan y se ponen muy pesados: ella quiere ir a Cancún pero él la lleva a Carlos Paz. Aries es la más recurrida causa de divorcio del Zodíaco. Pero eso es lo de menos. El verdadero problema es que todos somos hinchas del Coyote.

Tauro: Viene el Correcaminos, bi bip, bi bip , a toda mecha y, bum , se lleva por delante a Taurus, su vecino colindante. Tauro, señores, es la leyenda más sólida del club: come y bebe hasta los topes, adora el silencio y no le gusta alejarse de sus pagos. Organiza sus propias fiestas, escribe sus propios libros y prepara su propio café. Balzac, Tauro a la enésima, decía que el café era el elixir de la literatura. Balzac no era un Tauro, sino más bien un avión que atraía a las chicas leyéndoles la borra del café:
“Presiento, mademoiselle , el embate de un toro a sus espaldas”.

Géminis: Observa atentamente las modificaciones que se producirán en el rostro de tu madre, niña, cuando le digas que estás en tratativas sentimentales con un Géminis. Te prometo que verás cosas asombrosas. Atiende en primer lugar a la mutación de su rostro, que pasará sin solución de continuidad del rosa al amarillo. Luego, sacudida por la ira, se convertirá en una enorme remolacha y, por fin, soltará un ¡¡¡Nooooooooooo!!! desgarrador, que hará repicar las campanas de María Auxiliadora.
Y es que Géminis no es un loco, sino dos. Dos locos juntos. Dos locos juntos que se buscan y nunca se encuentran. ¿Has visto pasar a mi hermano?, es la consigna del signo más inestable del plantel. Horangel, por ejemplo, cada vez que escribe su anuario celestial, lo deja para el final. Entonces, escribe cualquier locura. Y acierta en todas.

Cáncer: Es la reina de la calesita astral. La reina, las condesas y las marquesas. Las minas del rey Salomón eran de cáncer, las alegres comadres de Windsor eran de cáncer, el vals que bailaba Claudia Cardinale era de cáncer, Elizabeth Taylor era de cáncer, pero tras arduas gestiones notariales consiguió cambiar su signo por el de Tauro.
Si a mí me pusieran boca abajo y me sacudieran a partir de los tobillos, las únicas mujeres que caerían son, eran y serán de cáncer. Signo hembra, madre, nenita, mujerona, madraza, madrina, alma mía, amore mio , quiero ser la sombra de tu sombra y la sombra de tu perro.
Arreglan las plantas con una palita. Es tan grato amar. Es tan grato ser amado.

Leo: Miren, si se caen al foso de un león y el rey de la selva los despedaza, no será porque tenga hambre. Pueden estar seguros de que los animales en los zoológicos tienen comida en abundancia. Tampoco porque sea sanguinario. Es sencillamente porque le han invadido el territorio. Lo mismo pasa con el rey de los signos, que gobierna el imperio del Zodíaco despedazando a los giles que se meten donde no los llaman. Se dice que son vagos. Falso. En realidad pasan buena parte de su tiempo peleando y patrullando un territorio que defienden hasta morir. Fíjense en el pupo de Tarzán: esa enorme cicatriz rosada que lo envuelve como la órbita de un planeta, es un obsequio de papá. Horangel los define como marcadamente masculinos, calientes, fijos, positivos, cariñosos y muy demostrativos. Pone tanto empeño en elogiarlo que Horangel parece un invento de Leo.

Virgo: Cada vez que en la Sociedad Astrológica Argentina organizan un seminario sobre Virgo, hay que suspenderlo por falta de inscriptos. Pareciera que Leo, al retirarse, deja un espacio imposible de llenar. O, al menos, imposible de llenar por Virgo, un signo en el que los hombres llevan las venas muy ocultas y las mujeres demasiado expuestas. Borges, entre los varones, era un “virgolini” de colección, mientras que, entre las chicas, la lista mete miedo: lady Macbeth, la madrastra de Blancanieves y Margaret Thatcher, mujeres con sombra de barba y cuyos retratos, bien mirados, hablan en voz baja. Para conseguir novio, cavan un pozo y esperan el paso de un incauto. El candidato se asoma, ella lo baraja por el cuello y lo hace desaparecer. Siempre las verás con su pinta de largas mariposas, con sus dedos en forma de pagoda, rezando como trenes y llevando la virgen a la cabeza de la procesión.
Cuando vuelven a casa, el marido las espera con la mesa puesta.

Libra: El signo de la Justicia, la responsabilidad y el equilibrio. Sobre todo del equilibrio. Es inútil que te presentes a pedir trabajo al Cirque du Soleil si no has nacido bajo el signo de Libra, atletas del detalle. A Libra hay que ponerlo debajo de todos para que la torre no se tambalee. Es probable que en el esfuerzo se les trice la cabeza, pero no dirán ni pío. Por eso es que entre la gente de Libra no hay famosos. Son recomendables como instructores, frailes de extramuros, conejos de Indias y pilotos de grandes aeronaves. No son felices ni infelices, sólo obsesivos con las pequeñas cosas de la vida. Supongamos que compran una Rhodesia en el quiosco de la esquina y se la comen. El problema de Libra es que no tiene donde tirar el envoltorio. Entonces, con el bollito en la mano, comienzan a recorrer las calles de la ciudad en busca de un cesto que no existe. Terminan metiéndoselo en el bolsillo. Libra huele siempre a Terrabusi.

Sagitario: El signo de la libertad, los espacios abiertos y las grandes ilusiones. Mitad hombre y mitad caballo. Sagitario es, advierte el logotipo, el signo de la flecha. Antes de morir, Robin Hood pidió su arco, lo tensó, disparó el último proyectil de su existencia y ordenó ser enterrado exactamente en el lugar de su caída. ¡A ver quién da más! El signo más generoso de la primera división, el signo para la niña que nadie saca a bailar y para los alumnos fracasados que huelen a cerveza. Alguna vez hablaremos de la terrible muerte del Centauro, sospechado de traición por los hombres y también por los caballos. Buen viaje, Sagitario. Desde el Observatorio de barrio Güemes, es posible ver sus herraduras sujetas por los clavos de plata de las estrellas.

Escorpio: El signo de la bragueta, el máster del universo del calzoncillo, el inesperado campeón del Zodíaco que, con sólo 10 años transcurridos, ya se ha metido al siglo 21 en el bolsillo.
Escorpio era hasta no hace mucho tiempo, la oveja negra del rebaño. Tan es así que en el programa de Astrología del Santo Tomás, los signos eran 11 y no 12, porque Escorpio, el calentón, directamente se omitía.
Jaimito: Escorpio. Pedro Limón: Escorpio. El negro Cucho: Escorpio. No es de extrañar, sin embargo, que con el reposicionamiento de valores, el signo del “tomala vos, dámela a mí”, figure ahora mismo como el adalid del cambio, el profeta desnudo que señala con firmeza el camino del futuro. www.calzoncillodelata.org.ar

Capricornio: Y si en la distribución de los órganos del cuerpo a Géminis se le atribuyen los pulmones y a Escorpio la manija de la panza, a Capricornio, el 10, le asignan la cabeza. El poeta André Breton afirmaba que el cerebro de los hombres era la cima de una colina desde donde podían numerarse hasta ocho tonos de azul. Una afirmación que no explica nada sobre el funcionamiento del cerebro, pero que sí demuestra las libertades que se tomaba el surrealismo.
Capricornio, la cabra, un Aries con nafta común, es de los que esperan, calibran, calculan, suponen, tantean, pasan días enteros sin moverse, sin variar de posición y, cuando todo está en su punto, ¡hop! , pegan un salto y ya está, misión cumplida, un escollo menos en su obsesión por alcanzar la cima. Niños tristes, viejos sabios y campeones solitarios. “Bobby” Fischer nació bajo el signo de Cáncer, pero todos sabemos que debió haber nacido en Capricornio.

Acuario: En un cuento de Sallinger, cuyo nombre no recuerdo, una mujer y su hijo esperan la llegada de papá. Ambos están entusiasmados y pasan el día haciendo planes: irán al centro a comprar el postre preferido de papá, regresarán, prepararán la mesa y luego cenarán los tres junto a la estufa. ¿Cuál de estos tres personajes es de Acuario? El padre, claro, porque se hacen las 8, las 9 y las 10 y no aparece, ni llama por teléfono. La madre y el hijo acaban durmiendo juntos en el sofá, abrazados a un osito.
¿Por qué Acuario faltó a la cita? Respuesta: porque para eso es Acuario, coño, un signo que se pierde, se confunde, se excita, se entusiasma, se olvida y se desinfla. Pero él se permite todo. No en vano fue que bajo su tutela estallaron, incontenibles, los ’60, la edad dorada del siglo pasado. Todos teníamos 20 años en la era de Acuario, hasta los Beatles; sin embargo, ahora mismo es un signo archivado en la estantería del arte pop y las películas de Bond. ¿Timberos? ¿Irresponsables? ¿Decadentes? ¿Promiscuos? Puede ser, pero lo que es yo, cada vez que me cruzo con el Sargento Pepper, le cedo el paso y, sin que me vea, de espaldas me santiguo.

Piscis: El final. Para algunos, el santo patrono de los pies; para otros, el santo patrono del Zodíaco. Nadie es Piscis sin haber atravesado previamente los 11 signos precedentes, una síntesis inmejorable de la condición humana. Las ventajas están a la vista: sabiduría. La desventaja, también: fatiga. Sólo se vive cuando se sueña y Piscis es un signo que ya no sueña nada.
Cuando Serrat pide a los niños que se dejen de joder con la pelota, lo hace para que Piscis pueda descansar. Es el único que sabe lo que son verdaderamente las palabras y a dónde van a parar. Pero, aunque lo saben, no lo dicen.
¿Quieren una buena figura para Piscis? La del jefe de estación jugando un solitario. Los grandes viejos del Zodíaco toman el fresco en la plaza, van al cineclub cuando dan películas de amor y, cuando mueren, no lo hacen de muerte natural, porque Aries, Bi bip , viene por atrás pidiendo cancha y directamente se los lleva por delante.

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